Que es …MASONERIA
Son muchas las definiciones que nos llegan al respecto de esta asociación humana con más de 300 años; a lo largo de los tiempos y por intereses ajenos a ella se la ha definido o vilipendiado en base a filosofías religiosas y/o políticas, sin tener en cuenta su sentido humanista, que no se opone en ningún caso a los postulados o consideraciones del resto de maneras de pensar y/o filosofías.
En principio la filosofía masónica, se considera Autónoma o proveniente del propio individuo, independientemente de sus consideraciones, creencias o ideario político. Parte de la búsqueda de cada individuo, del sí mismo, de manera que cada cual pueda, per se, encontrar un equilibrio personal que le permita evolucionar. Habitualmente llamamos a esto esoterismo, donde el masón busca dentro de sí, la piedra angular sobre la que construir su estructura personal; como diría un buen hermano.
Solo de esa manera y siendo él mismo y habiendo encontrado su equilibrio personal, puede el individuo seguir buscando, otras filosofías o explicaciones de lo que acontece en cada momento de su vida y de su espacio. Así siempre permanece libre. Como decíamos autónomo, sin tener un guía impuesto al que seguir, dado que solo se sigue a sí mismo.
La masonería es la asociación de estos masones libres y aceptados por todos y cada uno de ellos; una asociación humana, hecha por seres humanos y para los seres humanos, independientemente de cualquier consideración personal.
Parafraseando a Rousseau: siendo la libertad y la vida los bienes más preciados de cada masón, la masonería, busca salvaguardar los bienes de cada individuo en el conjunto, de manera que cada hermano, no se da a nadie en particular; y como no hay hermano alguno sobre quien no se adquiera el mismo derecho que uno cede, se gana en este cambio el equivalente de todo lo que se pierde, y una fuerza mayor para conservar lo que se tiene.
Si quitamos pues de esta filosofía lo que no es de su esencia, veremos que se reduce a estos términos: cada uno de los hermanos pone en común su persona y todos sus esfuerzos bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada hermano es considerado como parte indivisible del todo.
Este mismo acto de asociación convierte al instante a las personas particulares iniciadas, en un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como voces tiene la asamblea; cuyo cuerpo recibe del mismo acto su unidad, su ser común, su vida y su voluntad.
Esta persona pública, que se constituye como producto de la unión de todas las otras, recibe el nombre de logia, soberana porque es activa, y potencia simbólica cuando es comparada con sus semejantes. En cuanto a los hermanos, reciben el nombre de masones, como partícipes de la autoridad soberana, por estar sometidos a las leyes y reglamentos de la logia qué, siguiendo un método democrático participativo, provienen del propio pueblo que habitualmente se expresa por sufragio activo y que puede modificar esas constituciones y normas o leyes de la misma manera.
Así se establece en la logia o persona pública, el sentido legal horizontal, haciendo que las leyes provengan del propio pueblo masónico y sean para el pueblo masónico.
De igual manera las estructuras jerárquicas establecidas para el desarrollo de la “Obediencia”, parten de la misma base de las logias y de cada masón interviniente, de manera qué por el mismo principio de sufragio universal, los cargos son electos, de entre aquellos que se postulen para desarrollar su oficio en favor del cuerpo soberano y por un tiempo concreto de dos años, siendo imposible la repetición o permanencia en el puesto u oficio; así cada individuo solo se obedece a sí mismo y a los principios de promesa o juramento que ha efectuado en su iniciación y que le pertenecen, manteniendo siempre la libertad inicial; sería absurdo perder la libertad personal dentro de nuestra masonería, cuando es lo primero que exigimos a los profanos para ser iniciados. Se sostiene, con el relevo electoral, la posibilidad de nuevas maneras de entender el trabajo de la logia y su evolución en el tiempo, con cada nueva elección.
Pero dado que esta logia se une para el bien común, no puede permanecer anclada en sí misma, puesto que se desvirtuarían sus fines, sino que pretende revertir en la sociedad en la que se establece, todos los buenos principios de libertad, igualdad y fraternidad que le son afines, de manera que esa sociedad pueda mejorarse. Esto solo puede conseguirse, mediante el ejemplo personal de cada hermano en su día a día y nunca como imposición, puesto que en el momento que algún hermano se crea en posesión de la verdad absoluta, deberá repasar de nuevo sus principios masónicos a fin de volver sobre sí mismo y su silencio. Esta es la obra inacabada a la que habitualmente hacemos mención los masones, al respecto de nuestra construcción personal.
Este exoterismo como pueblo masónico, se expresa como autoayuda a hermanos en dificultades; pero realmente cada logia en virtud de esa proyección social, intenta crear una obra social como asociación cultural, dado que solo la cultura nos hace libres; nace aquí la necesidad de creación de las asociaciones sin ánimo de lucro que habitualmente buscan el reconocimiento social y la utilidad pública.
Nuestros rituales, con más de trescientos años y que se adaptan a la vida de cada siglo, nos sirven, después de dejar los metales fuera del templo, para ponernos en situación tanto anímica como dinámicamente y en la disposición adecuada para disfrutar de nuestra asociación humana, llevando a cada uno a sus reflexiones personales o como solemos decir al pulido de su piedra personal, preparándonos para la integración en las estructuras de construcción en la que todos participamos.
El método masónico, nos permite desde el silencio activo, atender o escuchar, que no oír, a los hermanos en sus trabajos o intervenciones, para construir sobre la piedra aportada por el hermano, siempre desde el positivismo y nunca buscando el enfrentamiento entre hermanos, o entrando en valoraciones personales del trabajo de cada hermano; se impide que el discurso se convierta en discusión profana o imposición de criterios personales, que solo nos lleva al desacuerdo y la rotura de los lazos fraternos. El o la presidente. será siempre la última en participar, pero la última palabra la tendrá siempre el o la Oradora como representante de la ley y por ende de todos, en sus conclusiones.
La escuela masónica nos permite aprender a discutir sobre un tema concreto, siempre que podamos aplicar el método y mantengamos el respeto y el silencio como herramientas para una fraternidad sana, llegando a desarrollar capacidades de discurso en la oratoria con el manejo de muchísimas informaciones y puntos de vista, que de otra manera nunca hubiesen llegado a nosotros, sobre todo en la masonería adogmática, liberal, mixta e igualitaria, con las opiniones tanto de hermanos como de hermanas.